El día 6 de febrero disfrutamos del tan esperado tercer encuentro nacional de la Familia ACI.
Ser profetas de esperanza en tiempos de COVID. Este año, como casi todo, tuvo que ser online aunque eso permitió que mucha más gente pudiera participar, tanto desde dentro como desde fuera de nuestras fronteras convirtiendo este encuentro nacional en algo universal, como a Santa Rafaela le hubiera gustado.
Tras la bienvenida a cargo de la Hermana Ana Sánchez -superiora provincial de España- y de Ana Serna representante de la comisión de la Familia ACI , escuchamos una interesante reflexión sobre nuestra presencia profética en este tiempo -bajo el título «Ser profeta de Esperanza en Tiempos de COVID» de la H. Nurya Gayol. Tras su exposición, Nurya nos planteaba unas cuestiones que merece la pena meditar:
¿Cuál es ese “hilo de lo alto” que sostiene mi esperanza?
¿Cómo es la historia de las esperanzas de Dios para conmigo?En estos meses de pandemia:
¿Qué ha hecho tambalearse mi esperanza?
¿Cuáles han sido los “aprendizajes” más importantes que puedo detectar, en relación con la esperanza?Para trabajar en grupo…
¿Qué espera Dios de nosotros, en este momento histórico, como familia ACI?
¿Qué me ha resonado más de la invitación a ser profetas de esperanza, actores de esperanza, a ensayar la esperanza?
En concreto, en nuestra vida cotidiana, ¿cómo ser para otros signos de esperanza?
Como Familia ACI, ¿qué tareas podríamos asumir para ser portadores de esperanza para otros? ¿y para la tierra?
Después de un pequeño descanso los participantes en el encuentro de laicos que tuvo lugar el año pasado nos contaron su enriquecedora experiencia.
Para terminar, disfrutamos de un espacio de adoración desde ese lugar tan emblemático para nosotras -el Pozo de la casa de Martínez Campos- dirigido por Maite López (podéis descargar aquí el texto).
Gracias Señor, por este Encuentro y por el regalo de tu presencia-eucarística entre nosotros.
Se Tu nuestra esperanza, ese “hilo de lo alto” que nos mantenga firmes en la fe, a pesar de nuestras debilidades y fragilidades.
Se Tú nuestra esperanza, esa esperanza capaz de dar sentido a nuestros quehaceres, a nuestros devaneos, a nuestras búsquedas, a nuestras relaciones, a nuestros trabajos y a nuestro descanso.
Regálanos la certeza de que nuestra vida está ya anclada en tu Corazón y para siempre sostenida entre tus manos. Enséñanos a transitar las limitaciones, los dolores y las heridas de nuestro tiempo con esa certeza, y a mirarlo todo como “oportunidad” para caminar un poco más unidos a ti, «esperando contra toda esperanza».
Abre nuestros ojos y nuestro corazón para que podamos comprender hasta qué punto confías en nosotros, y esperas en nosotros.
Y conviértenos en «profetas de esperanza» en medio de nuestro mundo tan desesperanzado. Pon en nuestro corazón el deseo de ser signos de esperanza, para aquellos que han perdido la suya. Haznos generosos, para ser capaces de sostener y de luchar por las esperanzas de los “otros” los más pequeños, los más desesperanzados. Que nuestros desvelos por la esperanza de los otros y la esperanza de la tierra, nos enraícen más y más en Ti, y hagan de nosotros «testigos alegres de la esperanza». Amén.
En definitiva una mañana repleta de esperanza que nos ha hecho, una vez más, sentir que somos una verdadera familia.
¡Gracias a todos!