Durante los días más importantes de la Semana Santa, un grupo de jóvenes de Bachillerato provenientes de diferentes partes de España han vivido en Pedro Abad. Durante su estancia, fueron acompañados por varias Esclavas junto con la comunidad. Participaron en las celebraciones de la Parroquia. A continuación, presentamos sus testimonios y algunas fotos que resumen su experiencia.
Nunca imaginé cómo sería una Pascua para jóvenes, se te presentan algunas ideas de cómo vas a adentrarte y tratar desde la raíz la pasión, muerte y resurrección de Jesús, pero, imagines como lo imagines, te sorprende, y el silencio de estos días termina resonando.
Acercarnos a sus sentimientos de soledad, de abandono, de pequeñez, te acercan a un Hijo de carne y hueso que sufre, y lo hace por y para nosotros, extiende sus brazos en la Cruz para invitarnos a vivir a su modo: una confianza extrema en el Padre ante el dolor, ante el sufrimiento. ¿Qué peso le estoy añadiendo a su cruz? ¿Quiero ser, en cambio, como el Cirineo? Preguntas que rondan en la relectura de su pasión.
Es también necesario dirigir la mirada hacia María, que no abandona, que se fía del Padre como lo hizo en aquel ‘Hágase en mí’. Ese trago amargo que se clava en el corazón de una madre pero que resiste como tal, que queda impregnado del desconsuelo más pesado.
Pero sabemos el final de la historia, y lo celebramos. Celebramos la Vida con mayúscula. Celebramos con el viviente. Celebramos la Alegría con alegría. El día más importante del año como cristianos, el domingo de Resurrección, llena de sentido y de luz nuestras dudas, nuestras esquinas y escondites.
“Pero Jesús les dijo:
— ¿Por qué os asustáis y por qué dudáis tanto en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo”