Hoy empieza…

Hoy en Roma, en la casa donde Santa Rafaela María vivió sus últimos años, 17 hermanas de 11 países diferentes, hemos celebrado, junto al Equipo General, la inauguración oficial de la Tercera Probación. Es un momento especial tanto para el Instituto en pleno, que nos acompaña en esta última fase de nuestra formación, como para nosotras que, después de tantos años, nos acercamos al momento de ese SÍ definitivo que, en realidad, no ha dejado de resonar desde los primeros votos.

Durante los próximos 6 meses tendremos la oportunidad de profundizar aun más, ya desde la experiencia de los años vividos como Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, en la misión y carisma del Instituto del que, si Dios quiere, pasaremos pronto a formar parte de manera definitiva por nuestra profesión perpetua.

Será también un tiempo de recordar, de pasar por el corazón todos los años vividos en el Instituto, haciendo memoria agradecida de todo lo vivido. Para mí han sido 10 años memorables, ninguno igual al anterior. No han sido siempre fáciles, pero han estado cargados de aprendizajes, y de forma especial en las luchas y dificultades. He estado siempre acompañada por el Instituto desde la figura de alguna de las Hermanas, de mis comunidades, de mis compañeras de formación y, he sido, sobre todo, acompañada por Dios que me ha cuidado de una manera indescriptible.

Quizá, por eso, hoy después de escuchar las palabras que el Equipo General nos dirigía, con las que se nos invitaba a poner todo de nuestra parte para que aprovechar a fondo este tiempo, solo me surgía agradecer al Instituto el proceso de nuestra formación como Esclavas, con el que siempre se busca el pleno crecimiento tanto espiritual como personal y que culminará ahora con este tiempo ideal para parar, hacer memoria agradecida y profundizar en nuestro propio ser, en nuestra vocación, en aquello que el Instituto es, con sus fortalezas y debilidades, en su misión en el mundo y en la nuestra propia dentro y fuera de él.

Gema Mascaraque, Esclava del Sgdo. Corazón de Jesús