Comunicación interpersonal

UN TEJIDO DE ESCUCHA Y DIÁLOGO

Tejer sueños, bordar historias, aprender puntadas, cambiar de aguja e hilo, desatar nudos, ajustar la tensión, avanzar en la labor, corregir errores, y lo más importante, no tener miedo de volver a empezar…

Este ha sido el trabajo del taller de comunicación interpersonal que un grupo de Esclavas hemos hecho, guiado por Esther Lucía Awad Aubad.

Nos ha ayudado a ser más conscientes de la importancia de lo que decimos, no solo con palabras sino con nuestro cuerpo y nuestras formas.

Hemos recordado que, para escuchar de forma activa, es fundamental estar libres de interpretaciones, apagar los ruidos interiores que condicionan, atender a la persona por entero y no estar preparando la respuesta mientras alguien está hablando… ¿quién no ha hecho esto alguna vez?

Ester Lucía, con humor y profundidad nos ha ido desvelando algunos cómos:

  • cómo hacernos conscientes de la realidad de la otra persona para escucharla con todos nuestros sentidos,
  • cómo podemos cuidar nuestra posición y mirada para que la persona se sienta acogida,
  • cómo preguntarnos qué nos quiere decir para poder aportar una respuesta que denote escucha activa y empática.

Nuestra llamada es a comunicarnos de forma interpersonal, desde lo más profundo de nosotras mismas, sin necesidad de perder nada de lo más original y genuino que nos caracteriza y acogiendo a la persona en todo su ser. Sentimos que este es el modo de relacionarnos del que nos habla la última Congregación General cuando nos invita a poner en alza lo bueno de cada una para crear una nueva cultura[1].

Ha sido liberador y esperanzador comprobar cómo este cambio es sistémico, de forma que, si yo cambio, el entorno cambia.

Por ello necesitamos desaprender nuestras formas para aprender otros modos que nos lleven por esas artes de crear tejidos hechos de escucha y diálogo que nos hagan vivir más felices y servir más y mejor al Reino.

Para tejer relaciones basadas en un diálogo verdadero, el trabajo empieza por cada una de nosotras, creciendo en autoconciencia, es decir, diciéndome a mí misma qué, cómo y desde dónde estoy diciendo las cosas, haciéndome responsable y comprometiéndonos con el cambio. 

Y, para empezar, ¿qué tal si hacemos vida esas palabras de Jesús a Pedro en el Tiberiades? “Si quiero que se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme.[2]


[1] CF CGXXI, decreto de Sinodalidad

[2] Jn. 21, 22

Paula Delgado, aci