II Domingo de Cuaresma

Seis días más tarde tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada. Delante de ellos se transfiguró: su ropa se volvió de una blancura resplandeciente, tan blanca como nadie en el mundo sería capaz de blanquearla. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: —Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías –No sabía lo que decía, pues estaban llenos de miedo–. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y salió de ella una voz: —Éste es mi Hijo querido. Escuchadle. De pronto miraron en torno y no vieron más que a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban de la montaña les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que aquel Hombre resucitara de la muerte. Ellos cumplieron aquel encargo pero se preguntaban qué significaría resucitar de la muerte. Y le preguntaron: —¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías? (Marcos 9, 2-11)

Camino y ascensión, montaña y cima. Puede ser el resumen de una vida, de mi vida. Pedro, Santiago y Juan están con Jesús, pero algo sucede: Jesús, se envuelve de blancura, se transfigura y conversa con la historia de su pueblo: Elías, el profeta, Moisés y la ley. Los discípulos sienten miedo.

¿Cuáles son mis miedos? ¿cómo reacciono ante ellos?

Pedro, impulsivo y resolutivo, propone hacer tres tiendas ¿Qué busca? ¿seguridad, resguardo, comodidad…? A veces, en la vida, cuando el miedo nos invade, desearíamos hacer “una tienda” que nos proteja de nuestras parálisis, de los bloqueos, de la angustia, de la ansiedad… pero, el Papa Francisco nos invita a lo contrario, a dejar los miedos, a arriesgar y a ser Iglesia en salida[1] para:

  • Acercarnos a la fragilidad y vulnerabilidad
  • Adoptar un estilo de vida que cuide y respete la casa común
  • Implicarnos y complicarnos en la construcción de una sociedad más justa y humana

Hoy, la humanidad entera grita, con miedo, ante el COVID 19. Una sociedad tecnológica y científica, que se siente poderosa, no puede controlar este virus.

¡Necesitamos salvación! Buscamos vacunas, nos ponemos mascarillas, se controla la movilidad, el ocio, el comercio, los horarios, las reuniones… Hay voces para recomendar vacunas y mascarillas; voces políticas, partidistas, marcadas por las polémicas y guerras de declaraciones; voces económicas que gritan el dolor de los ERTE, la parálisis del turismo, la precariedad, el paro, la pobreza… voces en las Redes Sociales, opinando de todo y ofreciendo soluciones, muchas veces engañosas, pero la salvación no llega. No encontramos respuestas que den sentido a lo que está sucediendo.

El Evangelio de hoy nos dice: “Éste es mi Hijo querido. Escuchadle”. Jesucristo nos está hablando en esta pandemia, ¿qué me está diciendo? ¿dónde le encuentro?

A los discípulos se les quedó grabado lo que habían vivido en la montaña, a nosotros, también se nos va a quedar inscrito en el corazón y en la mente este año, pero ¿qué he aprendido? ¿Qué lectura creyente estoy haciendo de lo que estamos viviendo?


[1] Catequesis del Papa Francisco 23-10-2019