Guardaos de hacer las obras buenas en público solamente para que los vean; de lo contrario no os recompensará vuestro Padre del cielo. Cuando des limosna no hagas tocar la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que los alabe la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú hagas limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; de ese modo tu limosna quedará escondida, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando oréis no hagáis como los hipócritas, que gustan rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse a la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre a escondidas. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis no pongáis cara triste como los hipócritas, que desfiguran la cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. [17] Cuando tú ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, [18] de modo que tu ayuno no lo vean los hombres, sino tu Padre que está escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. (Mateo 6, 1-6.16-18)
Este año, seguro que a muchos lo primero que nos viene a la mente es ¡un año de mascarillas, de distancias, de COVID 19! Un año de esperas y búsquedas, de incertidumbre y miedos, pero también, un año de solidaridad y gratuidad, de entregas y esfuerzos, de amor y servicio.
En este 2021 ¿qué espero vivir en este tiempo de preparación para la Pascua, para el encuentro con el Señor de la Vida, con Jesús vivo y Resucitado?
Ceniza y Evangelio, las dos palabras marcan el día de hoy. La ceniza nos habla de entrega. Una materia, la que sea, se ha dejado transformar en fuego y luz y ahora, en símbolo de conversión y cambio.
Los agricultores conocen muy bien todos los minerales que la ceniza aporta a la tierra; es abono para dar nueva vida, para que la semilla fructifique. Los que somos de ciudad sabemos que la ceniza si la tocas, te deja su huella, te marca con su ser.
Hoy, se nos invita a convertirnos y creer en el Evangelio. Deseamos que el Evangelio marque nuestra vida, nos deje su huella en el corazón. Queremos hacer del Evangelio vida que se da y se ofrece.
En esta Cuaresma, de la mano de Jesús, pasemos de las distancias sociales del miedo, del egoísmo, al encuentro personal del amor, la esperanza y la alegría.
El Evangelio de hoy nos invita al ayuno, la limosna y la oración.
Ayuno de críticas y comentarios que rompen la fraternidad, de acaparar lo que nos quita libertad, del consumismo que destruye la casa común.
Limosna: solidaridad y generosidad, gratuidad, invitación a dar nuestro tiempo, de poner al servicio de los demás nuestras capacidades y dones, lo que somos y tenemos.
Oración: tiempo de gusta internamente del Señor para más conocerle, amarle y seguirle.