Ahora que aún estamos en los cimientos, ahondémoslos bien

Es tradición del instituto que durante el mes de Enero las hermanas de votos que vivimos en Europa nos reunamos para renovar nuestros votos temporales después de tres días de retiro en los que, acompañadas por alguien con más experiencia, nos preparamos para que ese momento sea vivido con un verdadero sentido de entrega a Dios, pues compartimos el deseo que Santa Rafaela tuvo en sus comienzos: «ahora, que aún estamos en los cimientos, ahondémoslos bien».

Como tantas otras de nuestras tradiciones, este tiempo se ha visto alterado por las circunstancias y nuestro retiro se ha extendido más allá de los límites de la casa de oración en la que normalmente nos reunimos, para llegar a nuestras comunidades -dispersas por diferentes puntos de España, Portugal, Inglaterra y Francia- y a otros puntos donde las hermanas se han retirado para vivir este momento.

Cuando vi a las hermanas delante de la pantalla me sentí cercana en espíritu y consciente de ser parte de un cuerpo universal… estos días me han ayudado a renovar mi deseo de entregarme con fuerza a la misión y centrarme también en la disponibilidad, el interés y la motivación para vivir como parte del cuerpo que es la comunidad… en definitiva, vivir cada día compartiendo todo lo que soy todo lo que tengo (Tincy, India)

Así, a través reuniones telemáticas, con las que hemos conseguido mantener ese sentimiento de unidad, nuestra hermana Marina Santos nos ha guiado en estos días. El hilo conductor han sido algunos de los últimos documentos oficiales del instituto y algunas de las cartas que Santa Rafaela María escribió durante esta misma etapa de su formación.

Las diferencias entre ella y nosotras son considerables, no sólo por la época en la que vivió y vivimos o por su reconocida excepcionalidad, sino también porque en este tiempo ella era ya General del Instituto y sus preocupaciones y vivencias distan mucho de las nuestras. Sin embargo, también es mucho y muy fuerte lo que nos une, esos “irrenunciables” que compartimos -con ella y con el resto de las hermanas del Instituto: reparación, Eucaristía, Adoración, educación evangelizadora, espiritualidad ignaciana, universalidad…

El retiro continuará y la renovación de los votos es todos los días, por eso, pido al Señor perseverancia para amarle y seguirle. Doy gracias al Señor por el don de mi vocación de Esclava del Sagrado Corazón de Jesús… Le pido también al Señor la gracia de aprender a tener un corazón universal para amar no solo a uno, sino a millones y millones como Santa Rafaela quería (Feda, Filipinas)

«Renovar los votos, rezar sobre nuestro compromiso, no es rezar como si fuera la primera vez, ni tampoco como quien ya lo sabe de memoria, sino como quien se sabe elegida, quien se ha comprometido, haciendo voto, quien ya lo experimenta en la vida, sabe sus dificultades y confía cada día más en la Gracia de Dios, abundante, para vivirlo. ¡Hasta que llega un momento en que lo queremos vivir A TODA COSTA!» nos recordaba Marina motivando el último día de retiro y haciendo referencia a nuestra fórmula de renovación. Y así es, los votos que pronunciamos no son simple parte de una emotiva ceremonia, sino que van más allá: a nuestro día a día, a cada decisión, a cada palabra, a cada gesto… y conscientes de ello, vivimos con el deseo de que enraíce y fructifique en nosotros ese interés de Santa Rafaela por darle «todo, todo el corazón a Dios».

Gema

Si tuviera que describir la experiencia de los triduos que ya viví en una palabra, sería ENCUENTRO. Y, de esta vez, en particular, fue para mi encuentro para fijar cada vez más la mirada y el corazón en Jesús (decía Santa Rafaela: «no apartar los ojos de su fin», carta n.33). En este momento que me preparo para ir a la Tercera Probación, también fue para mi un tiempo de darme cuenta del deseo y de las ganas que tengo de vivir más disponible a donde el Señor quiera. (Joana, Portugal)