Consagradas
Hoy como ayer, mujeres de todas las partes del mundo, seguimos experimentando en nuestras vidas la fuerza del Amor de Jesús, que nos llama a seguirlo, a “amar, adorar y servir” desde su manera de ver la vida.
Queremos vivir con sencillez, cercanas a los hombres y mujeres que nos rodean, “abandonar nuestras zonas de confort y caminar junto a los empobrecidos”. (CG. XX)
Por medio de los votos de pobreza, castidad y obediencia buscamos estar disponibles para la entrega desinteresada a Dios y a su proyecto para la humanidad.
Rafaela María se dejó “atrapar” por el amor de Dios y no pudo hacer otra cosa que responder a ese amor en cada momento.“Soy toda de Dios. Yo sé por experiencia cuánto me ama y mira por mí. Dejarme en las manos de mi Dios con entera confianza, como una hija en los brazos de su madre. Viéndome pequeña estoy en mi centro porque veo todo lo hace Dios en mí y en mis cosas, que es lo que yo quiero”.
Creyó que la comunión era el verdadero camino hacia el Reino y se hizo, como Jesús, pan y vino hasta dar la vida.
Reparadoras
Conscientes de los dolores del mundo, queremos colaborar con Cristo en la “tarea de sanar sus heridas y reparar sus brechas”.
Escuchar, percibir, estar atentas, acercarnos, compartir, sentir, volver a empezar, esperar, confiar, renovar, unir, reconducir, reconstruir, integrar, crear puentes… desde la HUMILDAD.
La Adoración Eucarística es central en todas nuestras comunidades, para que, quienes se acercan a ella, puedan experimentar el amor de Jesucristo y sentirse enviados a la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Reconciliadoras
Buscamos ser mujeres generadoras de comunión, entre nosotras, en la Iglesia y en el mundo. Somos muy conscientes de que para ser capaces de generar comunión, tenemos que vivirla entre nosotras.
Mujeres que queremos, en donde estemos, crear espacios donde las personas se sientan ellas mismas, reconocidas, queridas. Mujeres generadoras de espacios de acogida, servicio y misericordia.
Eucarísticas
Tratamos de “ofrecer todo lo que somos, tenemos y padecemos en la Eucaristía” (CGXX).
Desde Jesús, que se da, sirve, se acerca, y como Jesús, que levanta, mira a los ojos y devuelve la dignidad.
Vivir con las actitudes que brotan de la Presencia cotidiana de Jesús en el Pan y Vino de la Eucaristía, pero también, vivir de la alegría de la mesa compartida, de la relación con los hermanos, de la acogida de todo el que acude a su mesa; y cultivar las actitudes que brotan de la Adoración, por la que nuestro Corazón se “expone” al mundo cercano y lejano, para seguir la invitación de “ser para todos”.
Comunitarias
Vivimos en comunidad “convocadas” por Jesús, compartimos lo que somos y tenemos en un proyecto común de vida y misión. Una comunidad que sostiene, anima, apoya y lanza para la Misión, para los otros.
“Todas unidas en todo como los dedos de la mano”. (Santa Rafaela María).
Enviadas
Nos sentimos llamadas a trabajar por la defensa y cuidado de la Vida y nos unimos a todos aquellos que luchan por ella a través de:
Nuestro estilo educativo: la “Pedagogía del Corazón”. Es nuestro modo de acompañar a las personas en su proceso de crecimiento humano y cristiano. Con esta forma de educar, buscamos ofrecer lo que cada uno necesita, combinar firmeza y ternura, y mirar con predilección a los pequeños y débiles.
Deseamos crear espacios donde cada persona pueda entrar en contacto con Jesús, que es quien repara y da sentido y plenitud a la vida. Estos espacios pueden ser de acompañamiento espiritual, animación pastoral, atención en nuestras casas de Espiritualidad…
La Adoración Eucarística es central en todas nuestras Comunidades, para que, quienes se acercan a ella, puedan experimentar el amor de Jesucristo y sentirse enviados a la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Consagragadas
Hoy como ayer, mujeres de todas las partes del mundo, seguimos experimentando en nuestras vidas la fuerza del Amor de Jesús, que nos llama a seguirlo, a “amar, adorar y servir” desde su manera de ver la vida.
Queremos vivir con sencillez, cercanas a los hombres y mujeres que nos rodean, “abandonar nuestras zonas de confort y caminar junto a los empobrecidos”. (CG. XX)
Por medio de los votos de pobreza, castidad y obediencia buscamos estar disponibles para la entrega desinteresada a Dios y a su proyecto para la humanidad.
Rafaela María se dejó “atrapar” por el amor de Dios y no pudo hacer otra cosa que responder a ese amor en cada momento.“Soy toda de Dios. Yo sé por experiencia cuánto me ama y mira por mí. Dejarme en las manos de mi Dios con entera confianza, como una hija en los brazos de su madre. Viéndome pequeña estoy en mi centro porque veo todo lo hace Dios en mí y en mis cosas, que es lo que yo quiero”.
Creyó que la comunión era el verdadero camino hacia el Reino y se hizo, como Jesús, pan y vino hasta dar la vida.
Reparadoras
Conscientes de los dolores del mundo, queremos colaborar con Cristo en la “tarea de sanar sus heridas y reparar sus brechas”.
Escuchar, percibir, estar atentas, acercarnos, compartir, sentir, volver a empezar, esperar, confiar, renovar, unir, reconducir, reconstruir, integrar, crear puentes… desde la HUMILDAD.
La adoración eucarística es central en todas nuestras Comunidades, para que quienes se acercan a ella puedan experimentar el amor de Jesucristo y sentirse enviados a la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Reconcialiadoras
Buscamos ser mujeres generadoras de comunión: entre nosotras, en la Iglesia y en el mundo. Somos muy conscientes que “para ser capaces de generar comunión, tenemos que vivirla entre nosotras”.
Mujeres que queremos, allí donde estemos, crear espacios donde las personas se sientan ellas mismas, reconocidas, queridas. Mujeres generadoras de espacios de acogida, servicio y misericordia.
Eucarísticas
Tratamos de “ofrecer todo lo que somos, tenemos y padecemos en la Eucaristía”. (CG.XX).
Y lo queremos vivir desde Jesús, que se da, sirve, se acerca, y como Jesús, que levanta, mira a los ojos y devuelve la dignidad.
Vivir con las actitudes que brotan de la Presencia cotidiana de Jesús en el Pan y Vino de la Eucaristía, pero también, vivir de la alegría de la mesa compartida, de la relación con los hermanos, de la acogida de todo el que acude a su mesa; y cultivar las actitudes que brotan de la Adoración, por la que nuestro Corazón se “expone” al mundo cercano y lejano, para seguir la invitación de “ser para todos”.
Comunitarias
Vivimos en Comunidad “convocadas” por Jesús, compartimos lo que somos y tenemos en un proyecto común de vida y misión. Una comunidad que sostiene, anima, apoya y lanza para la Misión, para los otros.
“Todas unidas en todo como los dedos de la mano”. (Santa Rafaela María).
Enviadas
Nos sentimos llamadas a trabajar por la defensa y cuidado de la Vida y nos unimos a todos aquellos que luchan por ella a través de:
Nuestro estilo educativo: la “pedagogía del corazón”. Es nuestro modo de acompañar a las personas en su proceso de crecimiento humano y cristiano. Con esta forma de educar, buscamos ofrecer lo que cada uno necesita, combinar firmeza y ternura, y mirar con predilección a los pequeños y débiles.
Deseamos crear espacios donde cada persona pueda entrar en contacto con Jesús, que es quien repara y da sentido y plenitud a la vida. Estos espacios pueden ser de acompañamiento espiritual, animación pastoral, atención en nuestras casas de Espiritualidad…
La Adoración Eucarística es central en todas nuestras comunidades, para que quienes se acercan a ella puedan experimentar el amor de Jesucristo y sentirse enviados a la construcción de un mundo más justo y fraterno.