“Comportaos reconociendo el momento en que vivís”. Así comienza la carta de San Pablo a los Romanos que leeremos en este primer domingo de adviento. Y es que, para comenzar un camino, cualquier camino, ya sea físico o espiritual, es necesario empezar por aquí. Para reconocer necesitamos tiempo, no es mirar por encima. Se trata de “examinar con cuidado y atención” algo para conocerlo mejor, para ser más consciente, para poder cambiarlo; en este caso para saber quién soy y dónde estoy. Pero reconocer no es sólo saber en qué momento de mi vida estoy sino también ACEPTARLO y MOVERME para PONERME EN MI SITIO. Este es el reto: ponerme en mi sitio con relación a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros, a mi trabajo, a la misión, a Dios. Y mi sitio será dónde mejor pueda ser hijo, hermano, madre, amigo, vecino, jefe, criatura… donde saque lo mejor de mí, dónde dejo a Dios tirar de lo que soy – Él lo sabe bien el regalo que soy para el mundo-.
Este es el primer paso para nuestro camino de ADVIENTO: ¿Dónde estoy? ¿Cómo estoy? ¿Desde dónde parto? ¿Hacia dónde quiero ir? ¿Cuál es mi sitio? Y Dios está deseando ayudarnos en esta tarea…
“Revestíos más bien del Señor Jesucristo”. Y así termina la lectura de Pablo. Revestirse es “pasar a tener alguien cierta cualidad”. Nosotros queremos ser como Cristo Jesús, tener su corazón, sus sentimientos; queremos AMAR. Quizá esta canción nos ayude a desear y a aprender a AMAR MÁS: lo que hace Dios una y otra vez con la humanidad: amar que no es otra cosa que mirar con otros ojos, compartir la vida, tocar con amor, ser humano, ver en el rostro de los otros el de Dios.