“Yo no te condeno”, decía Jesús.
En muchas ocasiones, eres tú misma la que te juzgas y te pones la condena.
En otras, escuchas las críticas de personas a las que quieres por lo que has hecho, has dicho o has dejado de hacer y tú misma te condenas.
Las condenas pesan mucho, especialmente las que tú misma te impones.
Escucha las palabras de Jesús en lo profundo de ti: “Yo no te condeno”.
Date oportunidades.
Déjate perdonar por Él.
Y sal al camino, donde está tu padre, tu madre, tu amigo, tu hija, tu pareja, tu compañero de trabajo… y déjate perdonar.